El consumo de una u otra marca varía por las declaraciones del presidente de la compañía, por los ideales en que se basa, por su forma de tratar a los empleados
En relación al pasado proceso electoral, vale la pena pensar cada cuánto, como consumidores, estamos votando. Cada cuánto, alguien trata de influir en nuestra decisión para convencernos de que su propuesta de valor vale la pena; cada cuánto, con sus discursos, su publicidad o su imagen, alguien trata de que lo escojamos y que lo respaldemos.
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Es necesario pensar cada cuánto, como marketeros o empresarios, estamos en campañas electorales. Cada cuánto nos sentamos a pensar en las propuestas que dirigimos a nuestro target. Nosotros vivimos en constante época de elecciones. La pregunta entonces es si, así como en la política, la mayoría de veces, el elector está decidiendo con la información a medias o si los candidatos disfrazan sus verdades propuestas para lograr la preferencia y ganarse el voto.
A pesar de que, históricamente, los electores hemos estado poco interesados en las propuestas reales de los candidatos, en el mundo del consumo se está viviendo un cambio interesantísimo. Las personas empezamos a entender que cuando escogemos un producto, estamos apoyando y aprobando la filosofía de una marca o de una compañía. Estamos diciendo que estamos de acuerdo con su forma de pensar y estamos premiando su causa.
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En muchas empresas, el consumo de una u otra marca varía por las declaraciones del presidente de la compañía, por los ideales en que se basa, por su forma de tratar a los empleados.
Hasta que hace unos años, a un consumidor de ropa no le importaba dónde ni quién, ni en qué condiciones las empresas contrataban y trataban a sus colaboradores; sin embargo, esto ha cambiado. Aunque la calidad y la imagen de la prenda no cambien, las personas entendieron que al comprar ciertas prendas estaban apoyando la explotación infantil y las condiciones de trabajo denigrantes. Así que dejaron de comprarlas y a estas empresas les tocó cambiar.
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¡Esto es increíble! Que las condiciones laborales de una empresa cambien, debido a la presión del consumidor habla mucho de cuál es la fuerza real que puede cambiar el mundo.
Si los consumidores realmente queremos que cambie alguna condición que consideramos injusta o que no se adapta a nuestra forma de ver el mundo, tenemos la posibilidad de cambiarla.
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